sábado, 16 de enero de 2010

Para delirar no hace falta tener fiebre

Hoy he presenciado un amago de subida de temperaturas. El termómetro marcaba 1 grado sobre cero. Hoy he paseado con los niños por la ciudad y las cornisas de los tejados goteaban sobre las calles peatonales.
Aún a mediados de enero, la primavera queda lejos y aún me queda por sufrir unos cuantos dias más de frío.
Hoy me he marcado un objetivo. Una meta. Algo que todo el mundo debería de tener para no ir perdido por la vida. Lo iré desvelando poco a poco.
Por delante tengo unos cuantos meses de ahogo por ciertos motivos que me reservo y será entonces cuando más que nunca deberé tener la cabeza fría. Pensar que a Suecia volví por algo. Por alguien.
Mis cambios de estado de ánimo no ayudan demasiado a ser regular y vivir con tranquilidad lejos de donde me gustaría estar.
Hoy ha sido como conocer a una persona por primera vez aún habiéndola conocido durante once años. Once años! Ni bueno ni malo, simplemente ha sido así.
Parejas. El mundo está lleno de ellas. Enamoradas, conformistas, encaprichadas, cobardes, ilusionadas, cansadas, monótonas... las hay de todo tipo. Difícil dar con la fórmula del toma y daca y del equilibrio. Se quiere lo que no es de uno y lo mío que no me lo toquen y no se sabe lo que se tenía hasta que uno lo pierde. Está claro que en mi caso ninguno de las dos eramos felices y no estábamos hechos el uno para el otro. Es importante dedicarle a la ruptura, el tiempo que se merece y más cuando se tienen niños porque un mal final marca la amistad de forma negativa. El comportamiento de la gente es un misterio inexplicable, tan inexplicable como el amor.

Me he dado cuenta que como más disfruto es estando solo. No soy capaz de entregarme o sacrificarme por alguien. He conocido a alguien que lo tiene todo y aún así voy con el freno de mano echado. Reconozco que soy raro o demasiado normal.

Me cuesta creer que pueda gustar a alguien tanto como para que no me haga daño.

En mi spotify estos dias suenan Pereza, Vetusta Morla, Joaquin Sabina, Calamaro y The Cardigans. Mucha música buena y me siento en otro lugar.
Al final estaré donde quiera estar y con los problemas vanales propios de una vida sencilla y sin complicaciones. Y con el corazón remendado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario