domingo, 6 de diciembre de 2009

La frustración que me agota

Hacer un drama: dar a un suceso tintes dramáticos que no tiene.
Así define la Real Academia de la Lengua el término que me tiene agotado psíquicamente.
Me llega el drama por todos lados y es agotador intentar dar explicación al comportamiento de la gente. Mientras le doy vueltas al porque de tanta negatividad y complejidad por parte de algunas personas, me doy cuenta de que debe ser más agotador para ellos el ser tan negativos y destructivos. Es imposible que respondan con un sí a la pregunta: soy feliz? Siempre puede uno mentirse así mismo pero suena tan ridículo como ridículo es.
Complicar una frase o un acto que muetra claramente su significado y/o intención con una interpretación destructiva es muy frustrante para aquel que sufre la negatividad del oyente. FRUSTRANTE con letras mayúsculas es el no poder comunicarse por mucho que se intente y estar obligado a intentar esa comunicación por tener intereses comunes es aún mas duro y me hunde en el pesimismo.
La culpa vuelve a ser mía por esperar lo que nunca llegará y por hacer caso a promesas vacías. Lo hago por que el recuerdo de tiempos maravillosos aún está vivo, esta viva la imagen buena de gente que está presente en mi vida reflejando ahora otro tipo de imagen bien distinta. Es fácil confundirse y dejarse llevar por la idea de que el pasado volverá y la gente volverá a ser como un día fue. Tonterías mías.
Es inevitable el sentirse triste por esperar a que resurja la parte buena y dulce de la gente. No llega y cuando llegue será muy tarde porque la espera ha sido tan larga y dura que no reconoceré a esas personas.
Tengo que reconocer que volver a Suecia no ha sido como yo imaginé que sería. Pensé que estaría mas cómodo, más consciente de lo que vine a hacer aquí y en realidad la sensación que tengo es de que estoy en el medio y molesto como molesta una piedra dentro del calcetín.
Que me encantaría volver a Alicante no es un secreto pero que me encantaría irme ya es una confesión. No va a ocurrir. Todavía no. Pero está presente esa posibilidad y las diferentes maneras de hacerlo dan vueltas en mi cabeza. Llegará el día en el que tome la decisión, mucho antes de lo que tenía pensado pero no tan pronto como me gustaría y entonces saldrá bien porque bien planeado estará. Me encargaré de sentirme seguro allá donde vaya. De evitar la destrucción y fomentar la comunicación. Pegarme a la gente que saluda con una sonrisa y olvidar el pasado con un presente sin drama.
El viaje a Alicante de estas navidades trata de eso, de poder comunicarme y recibir respuesta, de reir, de sentirme parte de algo y no sentirme esquivado ni ser una molestia. Ser escuchado y comprendido, no malinterpretado ni despreciado. Se trata de que llegue todo el mensaje al que escucha y no de que el que escucha coja la parte que más le interesa y le dé la vuleta y lo arroje contra mí.
Por muy duro que suene se trata de darle un sentido a mi vida y el sentido de la vida de cada uno lo da el entorno y el entorno que me espera en Alicante es el mejor de los posibles. Es un viaje muy necesario.

Si escribo y cuento es por que me alivia y me apetece. No critico ni condeno.
Sólo me libero y me calmo.