viernes, 30 de enero de 2009

Choque cultural.


He jugado al fútbol desde que tenía 10 años. Tengo ahora 31 así que son ya son 21 años de entrenamientos y partidos.
A la gran mayoría de mis amigos los he conocido a través del fútbol. Practicar deporte en equipo te une a tus compañeros. No recuerdo ni un entrenamiento en el que me lo haya pasado mal, siempre he tenido la suerte de estar en equipos en el que había un buen ambiente.
Siempre han habido risas en los entrenamientos y hay un millón de historias divertidas que contar. Siempre he sido de los que bromeaban en el vestuario y siempre procuré provocar risas y he tenido la suerte de conocer a buena gente bromista y divertida a los que hoy en día considero buenos amigos.

En Suecia también jugué al futbol. Lo hice en dos equipos, Hertzöga BK y Råtorp IK.
Cuando cambias de país los choques culturales son inevitables y a la hora de jugar al fútbol no iba a ser una excepción.
Me costó adaptarme al estilo de juego. Balón para arriba y todos a correr. Los partidos allí son mucho mas intensos así que aburrirte no te aburres.
Pero lo que más me llamó la atención fué el ambiente en los vestuarios. Hablan entre sí como si no quisiesen molestar a los demás. En la ducha no se pegan palmadas en el culo como todo futbolista español da y recibe de sus compañeros de equipo. Nadie mea en el champú del otro ni se esconden las toallas. Esas cosas unen a un equipo y luego eso se refleja en la clasificación.
Allí los vestuarios son para ducharse, cambiarse de ropa y poco más.
Cuando empecé a coger confianza con algunos de los compañeros del primer equipo en el que jugué y trás haber quedado con ellos para hacer otras cosas que no fuera jugar al fútbol, empecé a comportarme como yo lo hacía en España. Al fin y al cabo uno debe ser uno mismo siempre.
Diré que no tuve mucho éxito. En una de las ocasiones en las que estábamos duchándonos juntos hubo un momento en el que discutíamos un tema en voz alta. Eramos cuatro o cinco discutiendo sobre no recuerdo muy bien que. De repente me sentí como en casa y le dí una palmada en el culo a uno de mis compañeros. La discusión se detuvo en el acto. La palmada sonó como un latigazo y sólo se oía el agua de la ducha golpeando contra el suelo. ! Que silencio !
Las caras de mis compañeros suecos eran para haberlas fotografiado. Estoy seguro que en un acto reflejo apretaron carrillo contra carrillo como mecanismo de defensa. Sus ojos no podían abrirse más y fué una situación muy incómoda para todos. Sobre todo para aquél que recibió la palmada. La palma de mi manó estaba bien marcada sobre su nalga derecha y no le hizo mucha gracia a la hora de ponerse los vaqueros. Me dije a mi mismo: "esa ha sido de las buenas".
Durante un tiempo posterior a ese entrenamiento noté como se duchaban bien pegados a los azulejos. Quise explicarles que de donde yo vengo eso era normal, que siempre estamos de coña. Aún recuerdo esa anécdota y me río yo solo.
Algunos de ellos no tardaron en adoptar esta costumbre tan española e incluso a alguno de ellos le gustó demasiado y empezó a vestirse de forma rara, con colores chillones y adornos en el pelo.
No hay que tomárselo tan en serio, les dije yo.

1 comentario:

  1. Hej.... Blev så nyfiken på vem du "klatcha" till? Var det kniven? ha ha ha / Kram anna, clara & eric

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