La noche del domingo al lunes fue larga y escasa de horas de sueño. Pensé en un millón de cosas, tantas como vueltas dí en la cama intentando pegar ojo.
Rafa entró en la habitación para desperatarme pero yo ya había abierto los ojos hacía rato. Quedaban un par de horas para coger el autobús hacia Madrid.
Sospecho que soy torpe agradeciendo la ayuda que me han ofrecido. Quizás debería de gesticular más o dar abrazo más fuertes. Puede incluso que de la sensación de ser ingrato, pero dentro de mí hay una felicidad inmensa e infinita por haber recibido el trato que he recibido por parte de las personas que se preocuparon por mí.
Todo lo que me ha pasado el último año ha servido para filtrar el grupo de gente que había a mi alrededor. Las sorpresas gratas superan con creces a las decepciones. No sólo oir sino sentir que hay gente cerca tuya a la que le importa tu estado de ánimo es algo que da muchos ánimos.
Kike, Nacho, Lisiado... si antes érais mis amigos, ahora lo sois aún más.
Fran, me ha encantado "descubrirte". Has tenido detalles conmigo y sin conocerme tanto como los otros, que dice mucho de ti. Mucho, mucho.
Tilico, gracias por abrirme la puerta de tu casa y de tu nevera. Gracias por introducirme en el maravilloso mundo del arte de hacer una parrillada argentina. Te aprecio mucho.
Abuelo... ¿que puedo decir? Te veo más como a un hermano que como a un amigo. Me alegro muchísimo de tenerte.
Puedo echar de menos la playa, por supuesto que el Havana, el "lucentum" del Baviera, convivir con Puro(bueno eso no tanto), los partidos de padel o los poemas de Kike, pero puedo acostumbrarme a vivir sin eso, pero los momentos de reunión con la "empresa" es algo que me va a costar olvidar y no tener, más de lo que ni vosotros ni yo podamos imaginar.
Os quiero cabrones.
Mi familia sabe de vosotros y os da las gracias por haber cuidado de mi.